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Popular marcha de Ramos

Cerca de tres mil caperuzos caminaron la primera procesión de la Semana Santa palmesana. Mucho público para revivir la ´Entrada de Jesús en Jerusalén´, que modificó su recorrido. Minoría de lazos blancos entre las cofradías

CARLES MULET. PALMA. "Cuidado con el escalón". En el Carrer estret de Sant Jaume, backstage de procesión, los penitentes de Santiago -siempre anfitriones- advierten de los peligros de entrar por el lateral de la iglesia. Es la única vía de acceso, para poder salir después por su portaza principal, clásico inicio de las penitencias palmesanas. Uno a uno, los cerca de tres mil caperuzos congregados evitan el tropiezo. Puntuales, a las seis, los primeros de la lista -Pòrtol, Arenal y Coll- ya enceran el bulevar, rumbo a Joan Carles I. Arranca así la caminata de Ramos, la Entrada de Jesús en Jerusalén, dos horas de expiación con destino Concepció. Mucho público, y bien repartido, para ver pasar a las 36 cofradías; que se olvidan de Ramblas para caminar Born, entrar Sant Feliu, girar Sant Gaietà y abrazar Jaume III, después Bonaire. Más corto que otros años, sí, pero más cuesta arriba; un plus de sufrimiento para costaleros.
Con los cofrades de Santa Mónica, sextos, asoma el primer paso, el Cristo del Amparo. También los primeros lazos blancos, en contra de la reforma de la Ley del aborto. No son los únicos, aunque sí minoría, secundada la causa por una docena más de hermandades: Santo Tomás, Montisión, Santa Faz, Virgen Dolorosa, Agonía y Buen Perdón. Tienen "libertad" para hacerlo, aún a riesgo de "politizar", confirman desde la Associació de Confraries, que se abstiene de vestirlos.
Cae la noche, lentamente, a ritmo semanasantero. Los cirios cobran protagonismo y la chiquillería torna loca por evitar que la cera toque piso. Los primeros en salir hace rato que han llegado (algunos ya degustan gintonics en el Bosch). Cercanas las nueve, asoma el paso principal, obra de Jaime Mir. Los blanquirrojos de Santiago inician su andadura para finiquitar la primera de ellas. Quizá, algo menos de público. Quizá, algo más fiel.