jueves, 1 de abril de 2010

Artículo "Diario Mallorca" 1 Abril 2010

Los nazarenos más entrañables

Las procesiones del Miércoles Santo estuvieron marcadas por la complicidad del público con muchas cofradías


Dos miembros de la cofradía portan, ayer, al Santo Cristo de la Santa Cruz.
Dos miembros de la cofradía portan, ayer, al Santo Cristo de la Santa Cruz. Fotos: Lorenzo

LORENZO MARINA. PALMA. La cercanía del barrio quedó patente ayer en las numerosas procesiones que se celebraron durante la tarde. La sensación de encontrarse entre los más allegados provocó que la motivación fuera aún mayor si cabe. De manera simultánea, en distintos puntos de Palma, seis pasos salieron a la calle.
La antesala de la procesión del Crist de la Sang se convirtió ayer en una suerte de ensayo general. Cada barrio aportó su peculiar idiosincrasia. Procesiones para todos los gustos pulularon ayer por los distintos barrios de Palma.
Los más puristas eligieron la procesión del Santo Cristo de la Santa Cruz. Por el contrario, la multiculturalidad se instaló en las procesiones de Santa Mónica y de Nuestra Señora de La Soledat, en las inmediaciones de Pere Garau.
La plaza de la Porta de Santa Catalina fue el punto de arranque de la procesión del Cristo de la Santa Cruz. A partir de las 20.30 horas, los nazarenos fueron llegando, a cara descubierta, para unirse paulatinamente a la comitiva.
Mientras, algunos clientes del Bar Español sacaron los botellines de cerveza a la puerta para ver en primera fila la procesión. Nazarenos en procesión se cruzaron en Santa Catalina con otros, mucho más relajados, que esperaban sin el capirote su turno para que su cofradía se uniera a la comitiva.
Las angostas calles de Santa Creu se fueron colmando de nazarenos portando grandes velones. "Ten cuidado que vas a quemar a alguien", recriminaba una mujer de la cofradía a un despreocupado nazareno. En otros casos, el problema era bien distinto. El aire apagaba la llama una y otra vez. Provista de un encendedor de cocina, una chica se dedicaba a encender las velas.
Después de enfilar la calle Sant Llorenç, la procesión fue a desembocar a la plaza Atarazanas. Desde allí, la manifestación prosiguió hasta alcanzar la sede de la presidencia del Govern en el Consolat de Mar. El itinerario de la procesión del Santo Cristo de la Santa Cruz también discurrió por la calle Sant Feliu ante el suntuoso y ya celebérrimo palacete del ex president del Govern Jaume Matas. A continuación, la comitiva emprendió el camino de vuelta hasta retornar a la Iglesia de la Santa Cruz.
El número de cofradías participantes en esta procesión era tan numeroso que, cuando los primeros nazarenos ya estaban de vuelta, otros apenas empezaban. El estruendo de los tambores, al adentrarse por algunas de las calles más estrechas, resultó ensordecedor.
Las tallas de la Santa Cruz hicieron su aparición en la Porta de Santa Catalina. Una sonora ovación correspondió a la irrupción en escena del paso más esperado en la jornada de Miércoles Santo.
Un panorama bien distinto se apreció en la procesión que discurrió en la plaza de Pere Garau. Un público multirracial y heterogéneo observó cómo la talla de Cristo aparecía ante sus ojos. El punto neurálgico de esta cosmopolita procesión se dio en la plaza de Pere Garau.
Magrebíes, chinos, indios observaban con respeto y, algunos esbozando una sonrisa, al ver pasar a la talla. Más significativa fue aún la presencia al completo de una familia china numerosa. Los más jóvenes miraban boquiabiertos el paso procesional del Cristo de Getsemaní.
En la confluencia de la plaza de Pere Garau con la calle Capità Vila, el paso procesional tuvo que detener la marcha. Una espontánea entonó una saeta desgarrada. Los tambores, entonces, hicieron un alto.
Católicos, musulmanes, hindúes... todos los credos parecieron hermanarse por unos momentos. Unos, lógicamente, parecían más volcados en la carga religiosa de la procesión. Los demás parecían más interesados en la vertiente cultural de las procesiones de Semana Santa.
En cualquier caso, todos los presentes correspondieron al esfuerzo de la cantante de la saeta con una calurosa ovación. Después de recibir algún abrazo, la cantante entusiasta se perdió entre el gentío.
La procesión de Jesús del Gran Poder, Getsemaní y La Salle (en Son Rapinya) completaron la intensa jornada preparatoria del Jueves Santo. Al contrario que el pasado Domingo de Ramos, la afluencia de público no fue tan numerosa a las distintas procesiones. Aunque la complicidad de las cofradías con los vecinos del barrio fue palpable.

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